La grieta invisible que rompe un proyecto de alto rendimiento

En el deporte de alto rendimiento, los resultados no lo explican todo. Muchos proyectos se sostienen —o se rompen— por factores que no aparecen en las estadísticas ni en los titulares. Factores invisibles, pero decisivos, como la confianza, la lealtad y la calidad del vínculo dentro del equipo.

En estos días, a raíz de una separación muy mediática en el tenis profesional, el foco se ha puesto principalmente en las diferencias de método, en el nivel de exigencia o en los estilos de trabajo. Todo eso es relevante. Pero existe un elemento menos visible que merece una reflexión más profunda: cómo se gestionan las discrepancias dentro de una relación profesional de alto rendimiento.

La lealtad profesional no significa ausencia de conflicto. En cualquier proyecto de élite es normal que aparezcan diferencias sobre el proceso, los ritmos o la manera de acompañar al jugador. De hecho, esas diferencias suelen ser necesarias para evolucionar. El verdadero punto crítico no es que existan discrepancias, sino dónde y cómo se expresan.

Cuando una discrepancia nuclear se hace pública, el sistema cambia. Cambia la percepción externa, pero también se altera la alianza interna. La confianza se reorganiza, el vínculo se resiente y, en muchos casos, se abre una grieta que no siempre es fácil de reparar a medio plazo.

La discreción profesional no es censura ni falta de honestidad. Es una forma de protección del vínculo. En los equipos de alto rendimiento hay conversaciones que pertenecen al espacio privado del proyecto, porque sacarlas fuera puede generar un impacto emocional y relacional que va más allá de la intención inicial.

Desde la experiencia trabajando con jugadores y equipos, hay algo que se repite con frecuencia: aunque el jugador no escuche directamente una frase o una opinión, el sistema la registra. Las palabras, el contexto y la exposición pública tienen efectos que no siempre son inmediatos, pero que acaban influyendo en la relación.

El reciente documental sobre Carlos Alcaraz abrió la puerta a este tipo de lectura. No necesariamente por una mala intención, sino porque dejó entrever señales de que quizá el engranaje interno no estaba completamente alineado. Cuando algo chirría hacia fuera, suele ser porque previamente ya había tensión dentro.

En el alto rendimiento, la honestidad sin coordinación puede convertirse en un factor desestabilizador. No porque alguien “falle”, sino porque la confianza es frágil cuando se expone sin contención. Y cuando esa confianza se debilita, el proyecto entero puede empezar a tambalearse.

Muchas separaciones no se explican por un único episodio concreto. Suelen ser el resultado de un proceso acumulativo, de pequeñas grietas que se van sumando hasta que el sistema deja de sostenerse.

Este es solo uno de los aspectos que analizo en profundidad en el artículo completo que se publicará el lunes en Industria del Tenis. En ese análisis abordo también las diferencias de sistema de trabajo y la dimensión económica y de proyecto a medio y largo plazo, integrando todas las piezas en una visión global.

A veces, comprender lo que ocurre en el alto rendimiento requiere mirar más allá de lo visible y atender a los factores invisibles que sostienen —o rompen— un proyecto.